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Se acerca una fecha en la que todos y todas nos acordamos de aquellas personas que nos dejaron. El día de los difuntos es una festividad arraigada en muchas familias, y es por ello, que en nuestro primer post de nuestro recién estrenado blog queremos hablar sobre ello.
- Origen.
El origen del Día de la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos es un día festivo religioso dentro de las Iglesias católicas en memoria de los fallecidos. Se conmemora el 2 de noviembre y su objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y, en el caso católico, por quienes se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.
- Antecedentes.
En el libro Segundo de los Macabeos está escrito: «Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados» (2 Mac. 12, 46). En los primeros días de la Cristiandad se escribían los nombres de los hermanos que habían partido en la díptica, que es un conjunto formado por dos tablas plegables, con forma de libro, en las que la Iglesia primitiva acostumbraba a anotar en dos listas pareadas los nombres de los vivos y los muertos por quienes había que rezar.
En el siglo VI los benedictinos tenían la costumbre de orar por los difuntos al día siguiente de Pentecostés. En el siglo V había una celebración parecida el sábado anterior al sexagésimo día antes del Domingo de Pascua (domingo segundo de los tres que se contaban antes de la primera de Cuaresma) o antes de Pentecostés.
En España, como en otras partes del mundo, veneran a sus difuntos; se continúa con la tradición de estas fechas de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron la Tierra. Está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los seres terrenales. También hay tradición en la repostería. Se hacen dulces típicos para la fecha, como los «huesos de santo». Son unos postres elaborados de mazapán, de color blanco y forma alargada y cilíndrica, originalmente rellenos de dulce de yema que recuerdan a tibias. En las islas Canarias se conoce como el Día de Finados, durante el cual, en la noche del 1 al 2 de noviembre, se solían reunir amigos y familiares para velar esa noche. Contaban historias, cuentos, debatían y hablaban mientras comían los frutos típicos de la época: castañas, nueces, manzanas y dulces; acompañando tales viandas con anís o ron miel.
Obviamente hablar de este acontecimiento nos lleva a decir que el cementerio de San José de Granada es el segundo más antiguo de España. Su origen se encuentra en el siglo XIX (1805), tras una epidemia de fiebre amarilla que sufrió la ciudad granadina. Antes era conocido como el Cementerio de las Barreras y fue construido donde antiguamente se ubicaba un palacio árabe del siglo XIV.
Grandes personalidades como el escritor y diplomático Ángel Ganivet, José María Rodríguez Acosta o el mismísimo Enrique Morente, genio que innovó el arte flamenco español descansan en este camposanto. También curiosas historias y leyendas como la Bella Durmiente de Granada, una joven fallecida antes de su boda y enterrada con el traje nupcial o la escultura del Señor del Cementerio, un Ecce Homo que según cuentan realiza milagros.
Actualmente, el Cementerio de San José está considerado por el Consejo de Europa como uno de los cementerios que guardan ciertos valores culturales y sociales y es por ello, que ha sido designado como itinerario cultural europeo dentro de la ruta de cementerios históricos, que está integrado por 49 camposantos en 37 ciudades como Roma, París o Berlín.